Montarse en bus en Bogotá es una experiencia que mucha gente puede parecerle monótona, pero tiene sus detalles que hacen cada paseo único. Todos los vendedores/músicos/raperos/poetas que se suben a un bus dicen más o menos el mismo discurso, pero cada uno es una persona diferente y tienen una historia única detrás de ellos, por lo cual puede ser respetuoso al menos escucharles un momento que tienen que decir. Acepto que no toda montada a un bus es agradable (no falta el ladrón camuflado entre los pasajeros), pero sí creo que si va a ser parte de nuestra rutina diaria, al menos podemos encontrarle detalles a cada viaje que nos pueden alegrar así sea por un rato el paseito.
Gracias a Norman Leguizamon por la idea para este cómic.